28 mar 2011

Que ganas de morirme, realmente. Tengo ganas de llorar, llorar, llorar y llorar y que se vaya todo esto de una vez. Pero sé que aunque saque todo y logre sentirme mejor, los problemas no se van a solucionar. Ojalá pudiera alejarme de lo que me hace mal, pero está tan dentro mío que tendría que morir y volver a nacer para hacerlo. En parte es mi culpa también, porque yo abrí la puerta y yo los dejé entrar. Pero todavía no puedo decir que me arrepiento. No es orgullo porque admito que lo malo me ayuda a crecer. Pero cómo duele crecer. Y duele muchísimo darse cuenta de que los que deberían estar con vos, no lo están. Y que el tiempo que estuvieron, las cosas que pasaron, no fueron más que mentiras.

Que triste -y que bueno- que al menos ese amigo que no te puede hablar, esté ahí siempre con vos. Que pena que ese amigo no te dure toda la vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario